El Papa beatificará otros 34 mártires de la persecución religiosa de 1936
Benedicto XVI elevará a los altares el próximo año a otros 34 mártires de la persecución religiosa española de 1936, que se añadirán a las 65 causas que dejó aprobadas Juan Pablo II. El Vaticano probablemente fijará las fechas de las ceremonias en la próxima primavera, aunque algunas podrían pasar al otoño. Entre las aproximadamente diez mil víctimas de las persecuciones religiosas en España desde la revolución de Asturias en 1934 hasta el final de la Guerra Civil en 1939 se cuentan ya 11 santos y 479 beatos, mientras que están en curso las causas de beatificación de casi otro millar de víctimas.
Los nuevos mártires que Benedicto XVI elevará a los altares son 22 franciscanos y 12 laicos miembros de la Tercera Orden de los Dominicos. Los religiosos franciscanos son el sacerdote Víctor Chumillas Fernández y 21 compañeros, fusilados el 16 de agosto de 1936 en Boca de Balondillo (Ciudad Real). Los laicos de la Tercera Orden de los Dominicos son el padre de familia Antero Mateo García y 11 compañeros, fusilados el 8 de agosto de 1936 en San Andrés del Palomar (Barcelona).
Para la beatificación de mártires no es necesario un milagro, sino simplemente la declaración de martirio que, en este último caso, fue realizada por Benedicto XVI el lunes en una audiencia al cardenal José Saraiva Martins, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos.
El Papa ordenó también declarar que Josefa Segovia Morón (1891-1957), la primera directora general de la Institución Teresiana, vivió las virtudes cristianas en grado heroico. Su causa de beatificación queda, pues, a la espera de que se reconozca como milagro algún favor obtenido por su intercesión.
Noticia de Raúl Laguarda
3 comentarios
Gilberto Auban -
Si buscais por google lo referente a crimenes religiosos hay una página que os pondrá los pelos de punta:
www.geocities.com/Athens/Crete/2408/guerra.html
Gilberto Auban -
Lo pudo saber mi padre porque era el médico de allí, y ya sabeis que en los pueblos el médico termina por conocer hasta qué calcetines usan los pacientes. En fin, cuentan que, después de la revolución de Asturias, teniendo en cuenta el signo que adquirieron las tierras valencianas durante la guerra, y que Museros fue el último pueblo en perder su hegemonía republicana, soldados de dicho ejército sacaron forzadamente al cura de la casa donde vivía. Por lo visto lo ataron con una cuerda y lo condujeron a la plaza del pueblo, donde usualmente se celebran las vaquillas, y donde le esperaba una gran multitud que ya sabía que iban a apresarlo. Allí le pusieron el aparato típico de embolar al toro: unos hierros con unas bolas de linaza empapadas en brea o algo así, vaya, las pelotas que se prenden para el toro embolado. Naturalmente, el hombre, despavorido y herido empezó a correr a tumbos por la plaza mientras todos se reían de él, hasta que uno de los que allí estaba acabó con su vida de una estocada, con una espada de toreo, en mitad de todo el gentío.
No sé el nombre de ese sacerdote, mártir sin duda, pero lo averiguaré, a ver si está incluido en los planes de Benedicto. Puede pasar que alguna persecución se escape, y lo más justo sería hacerlo saber.
Victor Hugo Torres Toledo -